En Nueva York sucede algo muy extraño: cada tanto, y solo por algunos momentos, el bello caos de la ciudad -producto de la convivencia de más de 8 millones y medio de personas-, se disipa en determinados rinconcitos para dar lugar a una sensación de paz indescriptibles.
En esos minutos de tranquilidad -que se suelen dar en parques, en calles milagrosamente poco transitadas, en subtes o estaciones en determinados horarios o en jardines escondidos por los barrios-, parece que tuvieras toda la ciudad para vos. Se detiene el tiempo por un rato (o eso se siente) y te invade la misma sensación que cuando estás despierto bien temprano o demasiado tarde, mientras todo el resto duerme.
Uff, me encantan esos momentos. La última vez que lo viví fue mientras paseaba un viernes por la tarde por Brooklyn Bridge Park frente al downtown de Manhattan. En ese momento y lugar no había nadie. Un parque inmenso para mi. En una de las ciudades más pobladas y eclécticas del mundo.
También me sucedió algunos días después, cuando volvía a Grand Central después de una larga jornada: crucé la 5ta Avenida por la calle 45 a la medianoche y no había ni una sola persona en la vereda ni autos en el semáforo, y allí estaba el Empire State de fondo.
O cuando me senté en los banquitos de Tudor City Greens media hora y lo único que se escuchaban eran las ardillas corriendo entre los arbustos.
Quizás me entiendas, quizás pienses que exagero… pero esta ciudad es mágica.
Contame cuál es el mejor momento que viviste en NYC (y dónde) así nos teletransportamos a ese instante juntos. Y si no conocés todavía, ¿qué lugar te hace más ilusión visitar?
Enjoy,
-A
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