«Welcome back, NYC» se lee en una de las enormes pantallas de Times Square. Una verdadera paradoja: basta con mirar alrededor para comprobar que si hay un lugar en donde definitivamente no está de regreso el ritmo de la ciudad es en el corazón de Manhattan.
A mediados de agosto, el neoyorquino James Altucher (autor de libros, dueño de un club de comedia y exgerente de un hedge fund) publicó un polémico artículo antes de mudarse con su familia a Florida: «New York is dead forever» [Nueva York murió para siempre]. La nota recibió muchas críticas y reanimó viejos debates sobre el pasado, presente y futuro de la ciudad.
Altucher defiende su postura a partir de la premisa que hay tres razones por las que la gente vive en Nueva York: oportunidades de negocios, gastronomía y/o vida cultural. Con todo esto en pausa, advierte que la ciudad perdió gran parte de sus ventajas comparativas, sumado a que la velocidad de internet permite ahora trabajar (¿y vivir?) remoto y virtualmente, sin necesidad de pagar impuestos tan altos y alquileres desorbitantes en barrios que hoy son una fracción de lo que eran.
Para muchos, el costo de residir en la séptima metrópoli más cara del planeta no vale la pena si ya no se puede experimentar todo lo que solía ofrecer. Pero claro, esto mismo se podría decir de cualquier ciudad grande del mundo. El asunto es que Altucher no cree que la recuperación de Nueva York sea meramente una cuestión de tiempo:
«Ahora está completamente muerta. Pero la ciudad de Nueva York siempre se recupera. No, no esta vez. Pero Nueva York es el centro del universo financiero. Las oportunidades volverán a florecer. No esta vez. Nueva York ha experimentado cosas peores. No, no es así.» – Altucher [Traducción propia al español].
Y en algunos puntos tiene razón. Permitime ensayar sobre estos nuevos tiempos en Nueva York mientras escribo estos párrafos. No tengo claro cuál será mi conclusión aún, pero una corazonada me dice que voy a defender el espíritu creativo y resiliente de la ciudad contra todo pronóstico devastador.
Cómo están las cosas en Nueva York
Es verdad que Midtown Manhattan está vacío. Va de a poco reanimádose, pero para los estándares de Nueva York está vacío. La mayoría de las oficinas no reabrieron a pesar de que ya están habilitadas para hacerlo desde hace rato. Lo mismo sucede en el Financial District, donde ya no te chocás neoyorquinos con portafolios comiendo ensalada mientras cruzan apurados una esquina. Google y Facebook, por mencionar dos de grandes corporaciones que fueron pioneras en enviar a los empleados a casa antes de que el Gobernador Andrew Cuomo decrete la Stay at Home Order el 22 de marzo, anunciaron que no volverán al formato presencial hasta 2021.
Al mismo tiempo, a principios de agosto Facebook anunció que va a alquilar el histórico edificio James A. Farley, la antigua oficina de correos de Penn Station en Midtown Manhattan. La empresa ya alquila más de 670.000 mts cuadrados de espacio para oficinas en el West Side, entre la estación Pennsylvania y el río Hudson. Apple, Amazon y Google también alquilan oficinas en la misma área, un polo tecnológico emergente. Esto debe leerse como lo que es: un gran voto de confianza en el futuro de Nueva York y su creciente industria tecnológica por parte de estos gigantes.
El subte registra una baja de pasajeros del 77% en comparación a la misma época en 2019 y los trenes de Metro-North una baja del 83%, lo que acompaña el dato de las oficinas desiertas y demuestra que los neoyorquinos y los residentes del área metropolitana están evitando usar el transporte público.
La desde-hace-rato deficitaria MTA (Autoridad de Transporte Metropolitana del Estado de New York, encargada de administrar subtes, colectivos y trenes además de operar puentes y túneles de la ciudad) acaba de pedir un préstamo a la Reserva Federal para poder financiar sus próximos vencimientos de deuda y ya está presupuestando una suba de la tarifa del subte del 4% para el próximo año junto a una reducción de la frecuencia de los servicios en caso de no recibir ayuda del gobierno federal.
Desde marzo para acá, mucha gente -la que puede, claro- guardó la notebook en una valija y se escapó temporalmente a otros estados, a segundas casas en los suburbios, o a veranear a los Hamptons. Aproximadamente el 5% de los residentes, unas 420 mil personas, se fueron de la ciudad entre el 1 de marzo y el 1 de mayo, anticipándose al peor momento de la pandemia. En las cuadras más ricas de barrios como el Upper East Side, West Village, SoHo y Brooklyn Heights la población residencial disminuyó en 40% o más. Este artículo del New York Times muestra qué barrios lideraron el éxodo.
Pero también muchos se están yendo de forma permanente, persiguiendo lo que consideran mejores oportunidades y calidad de vida. En este video el Gobernador Cuomo ensaya las razones y consecuencias de que los más ricos dejen la ciudad, y acá directamente les pide que vuelvan a cambio de una cena. El alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, una vez más mostró diferencias con el gobernador y volvió a insistir con poner un nuevo impuesto a la clase más alta. Está claro que solo uno de estos dos demócratas entiende cómo funcionan los incentivos, sobre todo en épocas de crisis.
La empresa de mudanzas FlatRate Moving, una de las tantas entrevistadas por el New York Times en esta nota, cuenta que la cantidad de trabajo les aumentó más del 46% entre el 15 de marzo y el 15 de agosto en comparación con el mismo período del 2019. Se estima que las mudanzas desde la ciudad hacia Upstate New York (al norte de NYC) aumentaron en un 50% en comparación al año pasado.
Entender los cambios en el mercado inmobiliario es muy importante porque revela mucho sobre la economía local: más que cualquier otra gran urbe de Estados Unidos, Nueva York es una ciudad de inquilinos, muchos de los cuales viven al día con sus sueldos y destinan una parte significativa de sus ingresos mensuales al alquiler de su vivienda.
Este reporte de StreetEasy muestra que la demanda de alquileres en la ciudad se desplomó en un momento en que normalmente aumenta (durante el verano), empujando hacia la baja los precios de los alquileres en Manhattan por primera vez desde la Gran Recesión de 2007-2009. Además, las búsquedas recientes demuestran un creciente interés en barrios de los distritos de Brooklyn y Queens.
Por el otro lado, una caída en los precios de los alquileres de departamentos y oficinas producto de que existe hoy una amplia oferta puede traducirse en grandes oportunidades para quienes tienen decidido apostar por la ciudad. Esto es algo que el artículo de Altucher pasa por alto por completo: el rol de los precios como mecanismo de ajuste.
El sector gastronómico, por su parte, es uno de los más golpeados. Prepandemia, este sector empleaba a 300 mil personas; hoy 187 mil de ellos están sin trabajo. Entre marzo y julio cerraron 1.300 restaurantes en la ciudad y menos de la mitad de los 25 mil restaurantes y bares de Nueva York participan en el programa de mesas al aire libre -el resto está esperando una normativa que les permita volver a abrir bajo techo porque les falta espacio en la vereda o directamente no les conviene abrir con capacidad tan reducida.
El asunto es si podrán sobrevivir hasta que por fin los habiliten a operar. El alcalde De Blasio insinuó esta semana que quizás no puedan volver a atender adentro hasta mediados de 2021, lo cual preocupa muchísimo por el impacto devastador que tendrá -sobre todo teniendo en cuenta que se acerca el invierno y pronto las temperaturas impedirán comer al aire libre.
El cuando al comercio, algunas marcas nacionales han anunciado que cierran sucursales en Nueva York, incluso cuando la ciudad ha contenido el virus y reabre lentamente. Cadenas como J.C. Penney, Kate Spade, Subway y Le Pain Quotidien han cerrado varias tiendas de forma permanente. Grandes marcas como Victoria’s Secret tienen cerrados temporalmente algunos de sus locales. Neiman Marcus se declaró en quiebra y anunció que cierra su ubicación en el Hudson Yards mall, el centro comercial que abrió el año pasado como parte del desarrollo privado más grande del país.
Mientras tanto, casi 3.000 pequeñas y medianas empresas cerraron definitivamente entre mayo y agosto por la baja en ventas, el turismo en pausa y la deuda acomulada de alquileres -sumado a que muchas han declarado no haber podido reinventarse en el mundo virtual a tiempo. Vale mencionar que el comercio en tiendas ya estaba muy debilitado antes de la pandemia por la proliferación del e-commerce.
El turismo, que inyecta unos 45 mil millones de USD al año a la ciudad, en pausa. Siguen vigentes las restricciones de ingreso a Estados Unidos desde Europa, Brasil, China e Irán. Además, los visitantes de otros estados de EE.UU. con altas tasas de contagio deben hacer cuarentena de 14 días al llegar a Nueva York, medida algo polémica y algunos dicen extrema. Los requisitos de cuarentena se detallaron en una orden ejecutiva del gobernador que entró en vigencia a fines de junio y alcanza a los viajeros que ingresan a Nueva York desde un estado con una tasa de casos superior a 10 por cada 100.000 residentes, o superior a un testeo positivo del 10% durante un promedio móvil de siete días.
La mitad de los hoteles de la ciudad no están en funcionamiento y, sin un pronóstico confiable de cuándo podrían regresar los turistas, muchos pueden permanecer cerrados. El turismo emplea alrededor de 300.000 personas en forma directa en Nueva York, más que la cantidad de empleos en finanzas y el doble que el sector tecnológico de la ciudad, según el Center for an Urban Future. A principios de año la empresa de promoción turística de la ciudad, NYC & Company, había pronosticado un número récord de visitantes en 2020.
En cuanto al crimen, los asesinatos y los tiroteos han aumentado en relación al 2019, mientras que las denuncias por otros tipos de delito han disminuido en los últimos meses. Aún así, el aumento en la violencia armada ha reanimado profundos temores de que la ciudad pueda estar retrocediendo a una era de violencia en las calles.
Esta tendencia no se observa solo en Nueva York: los tiroteos han aumentado también en otras grandes ciudades de EE.UU. Esto ha desencadenado intensos debates políticos sobre cómo la pandemia, la recesión económica y las protestas contra casos de abuso policial (incluido el movimiento Defund the Police, programa que surgió a partir del asesinato de George Floyd que propone reasignar fondos del departamento de policía a otras agencias gubernamentales), están desempeñando un papel. Expertos y funcionarios públicos siguen ensayando diversas hipótesis.
Vale aclarar que las cifras de este año son mucho más bajas que los niveles máximos de delincuencia observados en las décadas de 1980 y 1990. El reciente aumento de tiroteos y asesinatos se produce después de años en los que la ciudad vio caer los delitos violentos a niveles no vistos desde la década de 1950.
En lo que respecta a las finanzas municipales, la pandemia ha sumido a la ciudad de Nueva York en una profunda crisis fiscal. Más de 900.000 personas han perdido su trabajo desde febrero y miles de empresas han cerrado. En este momento el déficit fiscal de NYC alcanza los 9 mil millones de USD.
Las fuentes de financiamiento disponibles son, por un lado, la recaudación de impuestos locales que cubren casi el 70% del presupuesto y, por el otro, ayudas del Estado de Nueva York y el gobierno federal. Pero claro, la base imponible de dichos impuestos se ha reducido drásticamente por la caída del nivel de actividad, lo que muchos anticipan acabará -una vez más- en suba de tasas.
El plan del alcalde de Blasio para evitar ajustar el presupuesto se reduce a esperar un rescate federal provisional y pedirle permiso al gobernador Cuomo para emitir nueva deuda por miles de millones de dólares, a lo que por ahora se está negando rotundamente.
Larga vida a las ciudades
Así que si, Altucher -y otros- tienen razón al apuntar que Nueva York de un momento a otro se volvió menos atractiva porque perdió ciertas ventajas comparativas frente a otros rincones del planeta. Pero lo mismo se puede decir de cualquier ciudad grande de Estados Unidos y del mundo en este contexto. Si bien el temor que generó la pandemia es justificable, estas predicciones distópicas no son más que las últimas de una larga lista.
Mientras tanto, la urbanización en la historia ha demostrado ser una fuerza muy poderosa, más fuerte que la Peste Negra en el siglo XIV, los brotes de cólera en la Londres del siglo XIX y la Gripe Española que mató a 50 millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1920, por mencionar algunos de los episodios más trágicos de la historia de la humanidad. De hecho, en las décadas que rodearon a la Gripe Española (1910-1930), la población de la ciudad de Nueva York aumentó de 4.8 a 6.9 millones de personas.
Está claro que aquellas cosas que hacen que Nueva York sea atractiva para las empresas, los trabajadores y los turistas -Broadway, el transporte público, restaurantes de primer nivel e innumerables organizaciones culturales, por mencionar algunas-, se encuentran entre las más afectadas por la pandemia. Pero esto pasará eventualmente. La pregunta es qué tan grande será el éxodo de las ciudades -puntualmente en Nueva York- y cuánto durará.
De momento, el número de personas que está yéndose de la ciudad no es alarmante ni luce permanente, por ejemplo en comparación a la década de 1970, cuando la población de la ciudad se redujo en aproximadamente un 10%. Pero lo que suceda dependerá, en buena parte, de cómo actúe el gobierno local en adelante y de cuánta flexibilidad demuestre para dar lugar a la creatividad y al poder de adaptación de los neoyorquinos.
Supuestas buenas intenciones no son suficientes
Hay tres grandes razones por las que los seres humanos se agrupan en grandes núcleos de población: producción, consumo y provisión de bienes & servicios públicos. Y cada una de ellas se están viendo afectadas no solo por la pandemia, sino también por tendencias estructurales y de largo plazo que le anteceden.
Esto es, la productividad de las ciudades producto de las sinergias que genera podría ir evaporándose si el trabajo remoto es lo suficientemente eficiente como para reemplazar las grandes oficinas. La ciudad como lugar de encuentro, sociabilización y consumo también podría perder parte de su encanto con la fuerte presencia que tenemos hoy en el mundo virtual, que nos permite conectar con otros que están lejos o cerca y hacer compras online que llegan en menos de 24 horas a casa. En tanto los bienes públicos que ofrecen las ciudades, algo que reforzó históricamente la urbanización porque es mas barato proveer y obtener esos servicios en clusters, hoy en día juegan un rol primordial en las decisiones de las familias volviendo más o menos atractivas distintas comunidades.
Las políticas públicas implementadas por los gobiernos locales son cruciales a la hora de acompañar -o no- estos cambios y tendencias. Este es el gran desafío que tiene Nueva York tras haber controlado el aspecto sanitario de esta crisis: definir qué medidas y a qué ritmo se toman para hacer que los engranajes de la economía vuelvan a girar. Esto es trabajo y responsabilidad de los políticos y legisladores de turno y de los que vengan, claro, pero también de expertos, universidades, think tanks y la sociedad civil en su conjunto.
Flexibilidad es la palabra clave en estos contextos, y a eso se debe apuntar con las políticas implementadas. Menos y mejores regulaciones que tengan en cuenta los efectos en el corto, mediano y largo plazo en los incentivos de las empresas y familias serán cruciales en estos nuevos tiempos en Nueva York. Para eso hay que eliminar las trabas para hacer negocios, reducir en lo posible la carga impositiva para incentivar el emprendimiento y la inversión, y confiar en el caos semiarmonioso de una ciudad de 19 millones de individuos que, al perseguir su bienestar cada día, colaboran en el bienestar de otros.
Un ejemplo práctico de esto sería debatir y actualizar la resolución de zonificación de la ciudad, que asi como está impone muchas rigideces al mercado inmobiliario y al desarrollo comercial y productivo haciendo aún más difícil la recuperación de espacios vacíos e incentivando a una mayor concentración de metros cuadrados en manos de los pocos que pueden pagarlos o sortear la burocracia.
Y, desde ya, el camino a la recuperación económica no puede ni debe estar pavimentado de expresiones del tipo «es de cobardes abandonar la ciudad en este momento», como si eso pudiera convencer a alguien o medir cuánto una persona debe o no abrazar a su código de área. En la vida es de cobardes no perseguir lo que es mejor para uno y los suyos, lo que sea que eso signifique en cada circunstancia.
En el lado positivo. Históricamente las recesiones y depresiones económicas han creado oportunidades para empresas y emprendedores. P&G, IBM, General Motors y Disney, por mencionar algunas, se fundaron durante algunos de los peores momentos de la economía global. WhatsApp, Instagram y Uber se lanzaron durante la crisis de 2008. Y hoy ya hay indicios de que la próxima gran empresa puede estar en una etapa incipiente: el número de nuevas aplicaciones comerciales ha ido en aumento desde abril en Estados Unidos.
Nueva York siempre será Nueva York
Estamos de acuerdo. Ningún otro evento en la historia puso en pausa a la ciudad por meses y meses. Nada antes había provocado que la vida pública simplemente se detenga, en todas partes a la vez, ni cuestionado lo que hace tan única: su concentración de personas y vida en la calle, la receta de su energía que jamás pudo ser replicada por otra ciudad en el planeta.
Pero Nueva York no está muerta. Y no lo está porque es una ciudad de hacedores, de creadores, de innovadores constantes. Y esa es la definición de supervivencia.
Otros artículos y recursos de referencia
Un par de artículos que han surgido en respuesta al de Altucher, por si te interesa seguir el tema (en inglés): Jerry Seinfeld: So You Think New York Is ‘Dead’ y No, New York City is not ‘dead forever’ — here’s why.
Si querés leer una buena carta de amor/odio a Nueva York, te recomiendo «Goodbye to all that» (1967), un ensayo literario de la escritora Joan Didion cuando dejó la ciudad a sus 29 años (en inglés).
En este link comparto un video de la ciudad en pausa filmado a principios de junio. Hay más videos en mis destacadas en Instagram.
¿Cuál es tu opinión al respecto? ¿Tenés en planes visitar la ciudad cuando estén mejor las cosas, o vas a aplazarlo por un tiempo? Contame si te interesan estos artículos de actualidad. ¡Te leo!
-A
Tatiana dice
New York nunca morirá! Una ciudad como esa no esta declarada para perder. New york es única , Las dinámicas de la ciudad son inigualables y con seguridad como muchas otras saldrá de esta crisis!
mi vida en NYC dice
Comparto tu opinión, Tatiana!
Josefina dice
Muy interesante!! New York como tantas otras ciudades renacerán no me caben dudas!! Este no puede ser el final… Espero poder regresar en el 2021 cuando esta pesadilla acabe!! Besos Aye y gracias porque nos permitis viajar en cada recorrido que haces!!! Y de esa forma extrañar un poquito menos…
mi vida en NYC dice
Gracias, Josefina!! Que esta pesadilla pase pronto y puedas volver a la ciudad. Me alegro que te guste este espacio!! Abrazo.